La pregunta con la que abro es, ¿en qué versión de Alicia pensaste?
Con tu permiso me limitaré a reducir las opciones en: La Alicia animada (1951)
y la versión en imagen real[1] (2010); ambas de la mano
de Disney. En el caso de que hayas pensado en otra versión te felicito pero si
pensaste en el libro de Lewis Carol (1865), mereces más que aplausos.
Recién terminé la novela[2] y tengo que admitir que
nunca deje de pensar en la versión animada, es verdad que ésta fue la Alicia
con la que muchos crecimos y, a su vez, fue nuestro primer acercamiento con el
País de la Maravillas.
¿Recuerdas cómo termina la historia de Alicia? Yo no recuerdo como
termina la película, ¿qué pasa después de que despierta? Más aun, ¿serias capaz
de resumirla o de explicarla? Si bien todo empieza con Alicia durmiéndose, al
final nosotros, al igual que la niña, experimentamos el sueño.
Lo onírico contiene a lo
maravilloso pues con su lógica retrata una realidad perfecta donde se acepta lo
absurdo con asombro. Cuando soñamos no cuestionamos los hechos y el orden de
los mismos, tras pasamos umbrales que nos cambian de lugar y de momento,
pasamos de estar solos a estar acompañado de personas y seres que no respetan
las normas de nuestra cotidianidad. Podría decirse que la imaginación gobierna
a lo que percibimos (durante el sueño) como realidad.
¿Qué soñábamos de niños? ¿Encuentros fortuitos con personas que se
han ido, pesadillas de la vida diaria por son saber qué nos deparaba el
porvenir, alguna fantasía frustrada o deseo sin cumplir? ¿Qué soñamos ahora que
han pasado las décadas? ¿Conejos blancos, personajes locos o mundos
maravillosos?
Alicia despierta aun sentada a la
orilla del río, su hermana le remarca lo mucho que ha dormido, y ella le contesta
contándole todo lo que ha soñado. La hermana de Alicia vio como ésta se alejaba
y empezó a soñar despierta todo lo que la pequeña niña le había contado.
“Finalmente, trató de imaginarse cómo sería su hermanita
convertida en una mujer adulta. Y cómo guardaría a lo largo de su vida el alma
cándida de cuando era niña. Trató de imaginársela rodeada ya de hijos, contándoles,
quizás, aquél viaje suyo al País de las Maravillas… Sabiendo que Alicia reviviría
entonces, en la alegría y la tristeza de sus hijos, aquellos dulces días de su
niñez, los felices días del verano” (Carroll, 2016, pág.219).
Si recordamos las maravillas del
pasado, en una época más simple de nuestras vidas, no debería ser difícil volver
a soñar como antes. Al final el encanto de Alicia resulta ser lo que significa
el viaje para nosotros. Sin importar el tiempo que pase, habrá que recordar al
País de las Maravillas a sabiendas que tras despertar nunca podremos volver. ¿O
sí?
Bibliografía:
Carroll, L. (2016). Alicia en el
País de las Maravillas. Cátedra, Madrid.